El caballito de acero cambió la vida de Carolina

Carolina nos sorprendió el año pasado en las redes con una declaración de amor a 30 Días en Bici y nos ha hecho soñar con un mundo en el que las bicicletas cambian las vidas de la gente. Nos pusimos en contacto con ella y nos ha contado su historia.
El caballito de acero cambió mi vida
Soy Carolina, mujer de 32 años, amante de la música, las letras, el café y por supuesto, del caballito de acero. Soy colombiana de la ciudad de Bogotá y hoy quiero contarles un poco sobre la forma incondicional en que me enamoré de este medio de transporte.
Hace varios años, cerca del año 2002, se realizo la primera convocatoria de Guardianes de la Ciclovía, un trabajo dirigido a estudiantes universitarios que les gustara montar bicicleta y atender las necesidades de las personas que frecuentan este parque lineal, fue allí donde mi gusto por la bicicleta se fue incrementando. Después de 5 meses de preparación, en el año 2003, empecé a ser parte del Programa Ciclovía y durante 3 años tuve la oportunidad de conocer muchas personas y de desarrollar un gusto significativo por las bicis. Una vez regresé a trabajar en IDRD (Instituto Distrital de Recreación y Deporte) en el 2011, seguía visitando la Ciclovía cada domingo, en algunas oportunidades (muy esporádicas) me desplazaba al trabajo en ella, sin embargo, solía crearme muchas barreras (llegar sudada a trabajar, no poder vestir ropa formal, ensuciarme, no usar faldas, entre otros aspectos de ese tipo).
Pero fue en el mes de abril del 2015 donde un “ángel” llamado Mónica Dávila, reconocida promotora del uso de la bicicleta en Bogotá, junto con Andrea Maria Navarrete de Bucaramanga, me invitaron a participar de un reto mundial llamado 30 Días en Bici (30 Days of Biking) el cual consistía en usar “el caballito” por 30 días seguidos durante un periodo mínimo de 30 minutos. Éste fue el inicio de una inmensa pasión por utilizarla como medio alternativo para la movilidad, empecé a derrumbar las barreras que hace un tiempo tenía y de alguna forma, a transformar mi vida. Fue una cuestión de disciplina, de pasión, de conocer nuevas personas, explorar las rutas y reconocer sobre todo que el tiempo es un tesoro muy valioso, y que en una ciudad como Bogotá movilizarse en bici representa una alternativa excelente para acortar el tiempo de desplazamiento, para convertirse en una persona más activa y aportar un grano de arena en la no contaminación del ambiente, así como se convirtió en una gran oportunidad para disfrutar de los recorridos y conocer personas con energía especial.
Obvio durante el reto se presentaron muchas dificultades, por momentos creí que no podría hacerlo ya que mi dinámica de vida los sábados incluía ir a estudiar de 7 am a 6 pm, me daba miedo salir de noche, que me robaran la bicicleta, no poder responder bien por el cansancio, pero justo fue en esos días donde aprendí que el reto tenia un único fin, más que mostrarle a otros, era demostrarme a mi misma que podía vencer esos miedos y dejar la pereza y las excusas a un lado, uno de esos Sábados donde estaba lloviendo, estaba cansada y no quería subirme a la bici, decidí que si terminaba el reto, una bicicleta me acompañaría para siempre y que la disfrutaría cada momento como debe disfrutarse la vida, al estilo carpe diem, aprovechando cada momento.
Una vez terminado el reto, empecé a usar la bici para moverme todos los días al trabajo y hoy estoy segura de que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Ese reto y su correspondiente divulgación indirectamente influyo en muchas personas que me rodean, y que hoy se han sumado a la iniciativa de ir en bicicleta al trabajo, cerca de 12 personas lo hacen actualmente, y otras al menos compraron la bicicleta para hacerlo esporádicamente, por mi parte espero que con el tiempo y la posibilidad de conocer este tipo de experiencias, muchos más decidan subirse a la bici, dejar atrás sus miedos y convertirse en un ejemplo para otros, sin importar edad, clase o condición.
Agradezco a Carlos Rodríguez y a mis ángeles (Mónica y Andrea) por haber mostrado el camino, hacia una vida más tranquila, feliz y activa.