Energía Humana, Poder Ciudadano

En estos tres años que venimos promocionando el uso cotidiano de la bicicleta en abril con el movimiento 30DEB, un fenómeno atrae mi atención a mediados de marzo poderosamente: el Foro Mundial de la Bicicleta que se desarrolla en Iberoamérica.

En su última edición en Colombia, se eligió la candidatura de Chile para celebrar el FMB5 bajo el lema “Energía Humana, Poder Ciudadano”. Una frase, sólo cuatro palabras, que nos impactaron y que han sido un motivo de reflexión para nosotros durante todos estos meses.

Este eslogan es en si mismo, un potente pronunciamiento que reclama para la energía humana (metabólica, cinética) el reconocimiento de su verdadero status: el status de una Energía Renovable no Convencional, entendiendo por ERNC todo lo que permite la realización de actividades humanas sin recurrir a combustibles (fósiles o nucleares).

No es baladí que nos tomemos en serio esta declaración porque, si nos consideramos a nosotros mismos como productores de energía, podemos al punto tomar conciencia de una realidad liberadora: la capacidad de todo ser humano para ser energéticamente libre y autónomo para resolver gran parte de sus necesidades de movilidad.

Asumida esta realidad, sólo nos resta ponernos en marcha, practicar la movilidad activa, movernos a pie o en bicicleta para ser parte de esta corriente emancipadora, de este camino de empoderamiento energético que es lucha frontal contra la pobreza energética y las dificultades de movilidad que son causa y efecto de la exclusión social en nuestras ciudades.

Cada dia somos más los que tenemos plena conciencia de lo que dice Ivan Illich (Energía y equidad, 1985) “En toda sociedad que hace pagar el tiempo, la equidad y la velocidad en la locomoción tienden a variar en proporción inversa una de la otra.  Los ricos son aquellos que pueden moverse más, ir donde les plazca, detenerse donde deseen y obtener servicios a cambio de una fracción muy pequeña de su tiempo vital. Los pobres son los que usan mucho tiempo para que el sistema del transporte funcione para los ricos del país”.

Enfrente de nosotros, se sitúan poderes contrarios que tratarán de frenar esta corriente de Poder Ciudadano. Las oligarquías de la automoción y la producción energética intentarán empaquetar a la bicicleta como inocente producto lúdico-eco-saludable: menor contaminación, la salud, práctica deportiva, el ahorro, etc. Pugnarán por diluir en una estética naíf de bien ecológico, saludable y residual, el potencial subversivo de la bicicleta para desafiar el sistema de valores imperante.

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Parafraseando a Marx, Ricardo Marqués dice que “un fantasma recorre el Mundo, el del empoderamiento energético del ciudadano, armado de su bicicleta y su placa solar. Frente a este fantasma, todas las fuerzas del caduco sistema tardo-industrial se han aliado promoviendo regulaciones como el conocido “peaje de respaldo” para penalizar el auto-consumo de energía, o las propuestas de casco, seguro, carnet y matriculación obligatorios contra las bicicletas”.

El uso cotidiano de la bici en oposición a la cultura del “asfalto motorizado”, tiene un potencial de crear nuevo tejido social comunitario y en este sentido muchos movimientos sociales confluyen en la búsqueda de un cambio energético y una movilidad sostenible (reducción de la movilidad innecesaria y adopción masiva de modos activos de movilidad).

Y para finalizar una última cita de Jim McGurn que leí en el excelente artículo de Alfredo Apilánez “Mucho más que dos ruedas” (Rebelión, 2014):

El   ciclista   lo   crea   todo   a   partir   de   casi   nada,   convirtiéndose en   el   ser   más   eficiente   energéticamente   de   entre   todos   los   animales   y   máquinas   que   se   mueven;   y,   como   tal,   tiene   una   capacidad   ímproba   para   desafiar todo   el   sistema   de   valores   de   esta   sociedad.   Los   ciclistas   no   consumen   bastante.   La   bicicleta puede   ser   demasiado   barata,   demasiado   saludable,   demasiado   independiente   y   demasiado   equitativa   como   para   que   le   vaya   bien.   En   una   era   del   exceso,   es   minimalista;   y   ostenta   el   potencial   subversivo   de   hacer   feliz   a   la   gente   en   una   economía   impulsada   por   la   frustración   de   los   consumidores”.

[Este texto reproduce la introducción pronunciada por Carlos Rodríguez al coloquio abierto del mismo título, celebrado el 22 de septiembre de 2015, Día Mundial sin Coches, como parte del programa de actividades de la Semana Europea de la Movilidad en Gijón. Tras la exposición, pronunciada a modo exploratorio para sentar unas bases de diálogo entorno al tema central de la movilidad ciclista, se desarrolló un coloquio abierto y un intenso debate.]

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