Ganadores del concurso de microrrelatos 30debñ 2023

Un año más, cerramos el mes de abril con la lectura y entrega de premios del concurso de microrrelatos en la librería Santos Ochoa (c/ Calvo Sotelo).

En la categoría infantil, los textos selecionados fueron: “La biblioteca portátil”, de Álex Zamora; “La bici de carga y el hombre”, de Mario Sobrón; “Los títeres del señor Pat”, de Darío Amondo; “Bici Carro solidaria”, de Sergio Sáenz Parra; y el relato ganador, de Marta Aranzadi (14 años), “La caja fuerte

En la categoría adultos, los microrrelatos seleccionados fueron: “Pedales”, de Eduardo José Viladés; “Una historia de película” y “Una mochila de sueños”, de Iratxe González; “Declaración de amor”, de Siridia Fuertes; “Tándem”, de Lucía Ortiz; y el relato ganador, de María AgudMarionetas sobre ruedas“.

Enhorabuena a las ganadoras, y muchas muchas gracias a todos los colaboradores que aportaron tiempo: Ana y Sergio, y PMLR; y regalos: Librería Santos Ochoa, Hogar ciclos, Ciclo XXI, Decathlon Logroño, Rioja Sport, Pasión ciclista, y Probikes Rioja.

 

Allá va la lectura de los ganadores:

 

LA CAJA FUERTE. _Marta Aranzadi.

Llevaba un día muy ajetreado, pero en realidad mi trabajo me encantaba, me daban un paquete y yo tenía que entregarlo yendo en mi vieja bici de carga. Ese iba a ser mi último paquete y desde que lo vi supe que aquel no iba a ser una entrega normal, se trataba de una caja fuerte, bástate grande y negra. No reconocía la dirección que me habían dado. Y me tuve que recorrer todo Logroño para llegar hasta allí, incluso se estaba haciendo de noche, al llegar me encontré con que solo se trataba de un descampado.  Simplemente lo dejé ahí y me fui a mi casa pensando lo curioso que era aquello. Pero cuando entré a mi casa el misterioso paquete que supuestamente había dejado en el descampado había llegado hasta allí, estaba en frente de mis narices, ¿Qué se suponía que tenía que hacer yo con eso? Al abrirlo me encontré con una foto mía y de mi padre que había muerto hace años, en la que ponía: “siempre te cuido, aunque no lo veas”. Y aunque la foto viniese en una caja fuerte, mi corazón en ese momento se sintió más débil que nunca.

 

MARIONETAS SOBRE RUEDAS. _María Agud.

Durante la educación secundaria en el colegio fue aquella manualidad de Educación Plástica. Un proyecto para todo el curso: diseñar, cortar, lijar, pegar y decorar un teatro para marionetas. Y después llenarlo de contenido, inventar las funciones, los diálogos, mover todos los dedos a la vez. Nuestra obra era resistente. Sin duda. Lo sabíamos porque la transportamos en la parrilla de nuestras bicicletas una y mil veces, sujeta con cuerdas. Después vino la decisión de estudiar Bellas Artes. Universitario en bicicleta. La mitad del ingenio, una porción generosa de la creatividad, se volcaba en pensar cómo colocar cuadros cada vez de mayor formato, que cada vez ofrecían más resistencia al viento, sobre mi bicicleta de entonces, tornándola fragata con el mismo grumete tenaz solitario a bordo. Ahora es la vida nómada, de pueblo en pueblo. La bicicleta es un buque enorme, que lleva aquel teatro infantil de madera a cuestas, el teatro de marionetas de la infancia ensanchado, elevado, multiplicado en todas sus dimensiones, de actuación en actuación por los caminos. Con frecuencia me preguntan si la bicicleta puede cargar todo eso. Mi respuesta es siempre la misma: que sí, que siempre ha podido cargar todos mis sueños.

 

 

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